Mujer y con menopausia. Este es el perfil más habitual de los pacientes que diagnostican con el SBA o síndrome de boca ardiente, cuya frecuencia en la población general oscila desde un 0,7% a un 4,5%. Lo paradójico de esta enfermedad es que aunque los pacientes diagnosticados se quejan de una sensación persistente de quemazón, en la cavidad bucal no se percibe visualmente ningún indicio de anormalidad en la mucosa, ni nada fuera de lo habitual en las pruebas analíticas.
A pesar del número de investigaciones que han estudiado el síndrome de boca ardiente, aún no se ha logrado determinar los orígenes de las sensaciones dolorosas de ardor que lo caracterizan, por lo que su etiología y fisiopatología permanecen aún prácticamente desconocidas.
Es común que, mientras el paciente no sea diagnosticado, la afección se relacione con otros nombres o con trastornos localmente próximos, como la estomatodinia, la estomatopirosis, la glosopirosis, la glosodinia e incluso con la terminología boca de lija, síndrome de boca quemada, lengua dolorosa, lengua ardiente o disestesia bucal.
Las personas que sufren este dolor, que no se corresponde con ningún signo visual, lo sitúan en la lengua. También suelen asociarlo a diferentes síntomas, como la sequedad subjetiva de la boca, parestesias y alteraciones del gusto. Los investigadores no se ponen de acuerdo acerca de si el SBA se trata de un trastorno de origen fisiológico o si es una manifestación de alteraciones psicosomáticas. Lo que sí es más común es que muchos pacientes traten de aliviar los síntomas ingiriendo grandes cantidades de líquido, especialmente frío.
Los estomatólogos diagnostican el síndrome de boca ardiente excluyendo otras enfermedades ya conocidas u otras de nueva aparición y con síntomas similares. De esta manera, consiguen determinar el manejo más adecuado para la enfermedad, confirmando de esta manera que la quemazón no es la consecuencia de otros factores locales o sistémicos. El tratamiento de este síndrome está orientado hacia la sintomatología y es similar al tratamiento clínico de otras neuropatías dolorosas.
Fuentes:
- Perdomo Lovera M, Chimenos Klistner. Síndrome de Boca Ardiente: actualización. Av Odontoestomatol v.19 n.4 Madrid jul.-ago. 2003.
Mujer y con menopausia. Este es el perfil más habitual de los pacientes que diagnostican con el SBA o síndrome de boca ardiente, cuya frecuencia en la población general oscila desde un 0,7% a un 4,5%. Lo paradójico de esta enfermedad es que aunque los pacientes diagnosticados se quejan de una sensación persistente de quemazón, en la cavidad bucal no se percibe visualmente ningún indicio de anormalidad en la mucosa, ni nada fuera de lo habitual en las pruebas analíticas.
A pesar del número de investigaciones que han estudiado el síndrome de boca ardiente, aún no se ha logrado determinar los orígenes de las sensaciones dolorosas de ardor que lo caracterizan, por lo que su etiología y fisiopatología permanecen aún prácticamente desconocidas.
Es común que, mientras el paciente no sea diagnosticado, la afección se relacione con otros nombres o con trastornos localmente próximos, como la estomatodinia, la estomatopirosis, la glosopirosis, la glosodinia e incluso con la terminología boca de lija, síndrome de boca quemada, lengua dolorosa, lengua ardiente o disestesia bucal.
Las personas que sufren este dolor, que no se corresponde con ningún signo visual, lo sitúan en la lengua. También suelen asociarlo a diferentes síntomas, como la sequedad subjetiva de la boca, parestesias y alteraciones del gusto. Los investigadores no se ponen de acuerdo acerca de si el SBA se trata de un trastorno de origen fisiológico o si es una manifestación de alteraciones psicosomáticas. Lo que sí es más común es que muchos pacientes traten de aliviar los síntomas ingiriendo grandes cantidades de líquido, especialmente frío.
Los estomatólogos diagnostican el síndrome de boca ardiente excluyendo otras enfermedades ya conocidas u otras de nueva aparición y con síntomas similares. De esta manera, consiguen determinar el manejo más adecuado para la enfermedad, confirmando de esta manera que la quemazón no es la consecuencia de otros factores locales o sistémicos. El tratamiento de este síndrome está orientado hacia la sintomatología y es similar al tratamiento clínico de otras neuropatías dolorosas.
Fuentes:
- Perdomo Lovera M, Chimenos Klistner. Síndrome de Boca Ardiente: actualización. Av Odontoestomatol v.19 n.4 Madrid jul.-ago. 2003.
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