Los piercings orales pueden abarcar diferentes localizaciones como labios, mejillas, frenillos y, la localización más frecuente, lengua.
La perforación de la lengua y su adorno con un ornamento (piercing) es una práctica muy extendida en el mundo occidental desde los años 70, sobre todo, en los jóvenes, si bien en otras culturas tribales, como en África, Asia o Sudamérica, se ha realizado durante siglos.
Esta práctica no está exenta de riesgos para la salud bucal.
Durante e inmediatamente después de la colocación, existe un elevado riesgo de dolor, e inflamación por la técnica utilizada. También el riesgo de infección es muy alto debido a la gran cantidad y variedad de bacterias (más de 700 especies diferentes) existentes en la boca, y a la hemorragia producida durante la perforación ya que la lengua es un tejido vascularizado. Esta infección puede ser local o, al estar en contacto con la sangre, diseminarse a través del torrente sanguíneo, e incluso producirse una infección secundaria con el tiempo (se ha identificado el piercing como posible vector para la transmisión sanguínea de infecciones víricas como las hepatitis B, C, D y G). También existe la posibilidad de que se produzcan alergias por contacto con el metal del piercing.
Con el paso del tiempo, aparecen otros riesgos derivados de llevar el piercing en la lengua, como pueden ser las fracturas dentales, abrasiones, fisuras y otros daños dentales y recesiones gingivales. El daño periodontal se produce por el contacto reiterado del piercing contra la encía queratinizada. También es posible que estas personas experimenten alteraciones en el habla y en la masticación, y un incremento del flujo salival. Además, existe el riesgo de obstrucción de las vías aéreas, ya sea por desprendimiento del piercing y su ingestión accidental o por la inflamación lingual.
Por último, las personas que llevan piercings linguales pueden sufrir cortes en la lengua e incluso se han descrito casos de aparición de lengua bífida.
La lengua bífida, es decir, la división o bifurcación de la lengua, es uno de los rasgos característicos de las serpientes y, en determinadas ocasiones, se ha podido observar en personas, ya sea por alteraciones congénitas (muy poco frecuentes) o por intervención del ser humano.
Desde mediados de los años 90 (se cree que el primer caso data de 1996 en Italia) existe un modo de arte corporal en el ser humano que consiste en la bifurcación de la lengua, desde la parte central hasta la punta. Los defensores de esta forma de expresión argumentan que, además de los cambios estéticos, se obtienen beneficios en el plano sexual. Con el tiempo las dos mitades resultantes se podrían llegar a mover de forma independiente.
La división de la lengua puede realizarse por diferentes métodos, siendo el uso de un láser por un cirujano oral el más recomendado, ya que estará más capacitado y formado para resolver las complicaciones que puedan surgir, además de reducir los problemas que pueden aparecer con otros métodos como las infecciones. Sin embargo, el rechazo de los cirujanos a realizar esta intervención puede hacer que las personas se decanten por otras técnicas menos seguras, como puede ser el uso de bisturís o la técnica tie-off.
El procedimiento para obtener la lengua bífida presenta algunos de los mismos riesgos que para la colocación de los piercings bucales, al involucrar el mismo órgano, como pueden ser dolor, inflamación, hemorragia e infección, riesgos incrementados cuando la intervención no es realizada por un cirujano y en condiciones de asepsia. Esto se traduce en mayor número de infecciones, así como en dificultad para controlar las hemorragias y la inflamación.
La lengua interviene, entre otras funciones, en el habla, por lo que cabe esperar que una alteración de la lengua se traduzca en una alteración en el habla, pudiendo aparecer dificultad para pronunciar determinados sonidos. Podría existir también una modificación en la percepción del sabor, ya que en la lengua se encuentran las papilas gustativas.
Conocidos los riesgos, es decisión de cada persona realizar este tipo de intervenciones, si bien la legislación las prohíbe en algunos países.