
La halitosis, o mal aliento, es más común de lo que pensamos y tiene un impacto en la vida cotidiana, pues condiciona conversaciones, reuniones y, a veces, la propia autoestima. La buena noticia es que suele tener solución cuando entendemos de dónde viene y cómo abordarla con hábitos eficaces y apoyo profesional.
Te contamos qué es, por qué aparece, qué tipos existen y cómo prevenirla y tratarla.
La halitosis es un olor desagradable que se mantiene en el aliento y que, en la mayoría de los casos, se origina en la propia boca. Suele deberse a bacterias que descomponen restos de alimentos y proteínas, liberando compuestos que huelen fuerte (como los sulfurados). No hablamos de lo que pasa tras un café o una comida especiada, sino de un mal olor que se repite a lo largo del día.
Conviene diferenciar la halitosis transitoria de la crónica. La primera es la típica sensación al despertar, por el descenso de saliva durante la noche, y mejora con hidratación e higiene. La crónica, en cambio, tiende a persistir y suele relacionarse con lengua saburral (con placa visible), encías inflamadas, caries activas o sequedad de boca. Aquí es cuando la valoración del dentista es de gran ayuda.
Este problema también tiene una vertiente emocional, pues como mencionamos anteriormente, genera incomodidad y, a veces, hace que la persona evite hablar de frente o se retraiga en situaciones sociales; identificar el origen ayuda a encarar el tratamiento con un plan claro y expectativas realistas.
La causa más habitual está en la superficie de la lengua y en la placa que se acumula en dientes y encías. El dorso lingual es rugoso y retiene bacterias y restos que acaban produciendo compuestos malolientes. Por eso, además del cepillado, incluir la limpieza de la lengua con un limpiador lingual reduce el mal aliento de forma notable y sostenida.
Las enfermedades de las encías (gingivitis y periodontitis) favorecen la halitosis al crear bolsas donde se alojan bacterias y restos orgánicos. También influyen caries profundas, empastes filtrados o prótesis mal higienizadas, que retienen alimentos y generan mal olor. Tratar estos focos con el dentista también mejora la salud de los tejidos, además del aliento.
Hay causas menos frecuentes que conviene tener en cuenta, como lo pueden ser el reflujo gastroesofágico, las infecciones de vías respiratorias o ciertos fármacos que secan la boca. La xerostomía (boca seca) reduce el efecto limpiador de la saliva, y eso se nota en el aliento, por lo que beber agua a lo largo del día, ajustar medicación con el médico si procede y reforzar la higiene oral ayuda a controlarlo.
Cuando el origen es oral, lo más común, vemos señales como lengua cargada, sangrado al cepillar, sensibilidad en las encías o caries visibles. Suele responder bien a una combinación de higiene cuidada, limpieza profesional y tratamiento periodontal si hace falta.
Si todo está en orden en la boca y el mal olor persiste, se exploran causas extraorales. El reflujo, los divertículos esofágicos o algunas infecciones pueden participar. En estos casos, coordinar con medicina general o gastroenterología evita tratamientos que no van al fondo del problema.
En niños, lo habitual es el acúmulo en lengua, las infecciones de vías altas con goteo postnasal o la higiene insuficiente de aparatos removibles; también puede haber un cuerpo extraño nasal. Si el olor es intenso o no cede, el odontopediatra y, si procede, el especialista en otorrinolaringología valorarán cómo se debe proceder.
El primer paso es localizar el origen, así que, en consulta, se evalúa el aliento, se revisan lengua, encías y dientes, y en algunos casos se mide la presencia de compuestos volátiles. Esta información orienta el plan a tratar encías, restaurar caries, ajustar empastes o reforzar la higiene, según lo que se encuentre.
El tratamiento odontológico se centra en eliminar placa y cálculo, tratar bolsas periodontales y corregir retenciones de alimentos. Pero la rutina en casa también es importante, así que realiza el cepillado al menos dos veces al día, limpieza interdental y cuidado del dorso lingual. Como apoyo, un colutorio específico para mal aliento, con el que haremos gárgaras para llegar a la parte posterior de la lengua y durante el tiempo indicado por tu odontólogo, puede ayudar a controlar las bacterias y neutralizar los compuestos que huelen mal.
Una rutina constante funciona mejor que los atajos, así que cepilla dientes y encías dos veces al día con pasta fluorada, limpia los espacios interdentales a diario y dedica unos segundos a la lengua, especialmente a su zona posterior. Si usas prótesis, férulas o retenedores, límpialos según las indicaciones de tu dentista.
Mantén un buen nivel de hidratación y limita el tabaco y el alcohol, que resecan y alteran el aliento. Los alimentos de olor intenso pueden notarse durante horas, por lo que ajustar su consumo cuando tienes un evento ayuda. Si notas que el picoteo dulce empeora el problema, es porque alimenta a las bacterias que forman la placa.
Para un apoyo puntual, puedes recurrir a productos centrados en el control del mal aliento, como la gama HALITA.
La halitosis tiene solución en la mayoría de los casos si se identifica el origen, se tratan los focos en boca y mantener una rutina sencilla y constante. Si pese a los cambios el olor persiste, pide cita y coméntalo sin rodeos; pues cuanto antes se estudie, antes mejorarás. Podemos decir entonces que la combinación de hábitos bien escogidos y tratamiento profesional es, con diferencia, lo que mejor funciona.
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2215-34112020000100047
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1131-57682002000100005
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48162019000400473
https://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/bad-breath/symptoms-causes/syc-20350922
La halitosis, o mal aliento, es más común de lo que pensamos y tiene un impacto en la vida cotidiana, pues condiciona conversaciones, reuniones y, a veces, la propia autoestima. La buena noticia es que suele tener solución cuando entendemos de dónde viene y cómo abordarla con hábitos eficaces y apoyo profesional.
Te contamos qué es, por qué aparece, qué tipos existen y cómo prevenirla y tratarla.
La halitosis es un olor desagradable que se mantiene en el aliento y que, en la mayoría de los casos, se origina en la propia boca. Suele deberse a bacterias que descomponen restos de alimentos y proteínas, liberando compuestos que huelen fuerte (como los sulfurados). No hablamos de lo que pasa tras un café o una comida especiada, sino de un mal olor que se repite a lo largo del día.
Conviene diferenciar la halitosis transitoria de la crónica. La primera es la típica sensación al despertar, por el descenso de saliva durante la noche, y mejora con hidratación e higiene. La crónica, en cambio, tiende a persistir y suele relacionarse con lengua saburral (con placa visible), encías inflamadas, caries activas o sequedad de boca. Aquí es cuando la valoración del dentista es de gran ayuda.
Este problema también tiene una vertiente emocional, pues como mencionamos anteriormente, genera incomodidad y, a veces, hace que la persona evite hablar de frente o se retraiga en situaciones sociales; identificar el origen ayuda a encarar el tratamiento con un plan claro y expectativas realistas.
La causa más habitual está en la superficie de la lengua y en la placa que se acumula en dientes y encías. El dorso lingual es rugoso y retiene bacterias y restos que acaban produciendo compuestos malolientes. Por eso, además del cepillado, incluir la limpieza de la lengua con un limpiador lingual reduce el mal aliento de forma notable y sostenida.
Las enfermedades de las encías (gingivitis y periodontitis) favorecen la halitosis al crear bolsas donde se alojan bacterias y restos orgánicos. También influyen caries profundas, empastes filtrados o prótesis mal higienizadas, que retienen alimentos y generan mal olor. Tratar estos focos con el dentista también mejora la salud de los tejidos, además del aliento.
Hay causas menos frecuentes que conviene tener en cuenta, como lo pueden ser el reflujo gastroesofágico, las infecciones de vías respiratorias o ciertos fármacos que secan la boca. La xerostomía (boca seca) reduce el efecto limpiador de la saliva, y eso se nota en el aliento, por lo que beber agua a lo largo del día, ajustar medicación con el médico si procede y reforzar la higiene oral ayuda a controlarlo.
Cuando el origen es oral, lo más común, vemos señales como lengua cargada, sangrado al cepillar, sensibilidad en las encías o caries visibles. Suele responder bien a una combinación de higiene cuidada, limpieza profesional y tratamiento periodontal si hace falta.
Si todo está en orden en la boca y el mal olor persiste, se exploran causas extraorales. El reflujo, los divertículos esofágicos o algunas infecciones pueden participar. En estos casos, coordinar con medicina general o gastroenterología evita tratamientos que no van al fondo del problema.
En niños, lo habitual es el acúmulo en lengua, las infecciones de vías altas con goteo postnasal o la higiene insuficiente de aparatos removibles; también puede haber un cuerpo extraño nasal. Si el olor es intenso o no cede, el odontopediatra y, si procede, el especialista en otorrinolaringología valorarán cómo se debe proceder.
El primer paso es localizar el origen, así que, en consulta, se evalúa el aliento, se revisan lengua, encías y dientes, y en algunos casos se mide la presencia de compuestos volátiles. Esta información orienta el plan a tratar encías, restaurar caries, ajustar empastes o reforzar la higiene, según lo que se encuentre.
El tratamiento odontológico se centra en eliminar placa y cálculo, tratar bolsas periodontales y corregir retenciones de alimentos. Pero la rutina en casa también es importante, así que realiza el cepillado al menos dos veces al día, limpieza interdental y cuidado del dorso lingual. Como apoyo, un colutorio específico para mal aliento, con el que haremos gárgaras para llegar a la parte posterior de la lengua y durante el tiempo indicado por tu odontólogo, puede ayudar a controlar las bacterias y neutralizar los compuestos que huelen mal.
Una rutina constante funciona mejor que los atajos, así que cepilla dientes y encías dos veces al día con pasta fluorada, limpia los espacios interdentales a diario y dedica unos segundos a la lengua, especialmente a su zona posterior. Si usas prótesis, férulas o retenedores, límpialos según las indicaciones de tu dentista.
Mantén un buen nivel de hidratación y limita el tabaco y el alcohol, que resecan y alteran el aliento. Los alimentos de olor intenso pueden notarse durante horas, por lo que ajustar su consumo cuando tienes un evento ayuda. Si notas que el picoteo dulce empeora el problema, es porque alimenta a las bacterias que forman la placa.
Para un apoyo puntual, puedes recurrir a productos centrados en el control del mal aliento, como la gama HALITA.
La halitosis tiene solución en la mayoría de los casos si se identifica el origen, se tratan los focos en boca y mantener una rutina sencilla y constante. Si pese a los cambios el olor persiste, pide cita y coméntalo sin rodeos; pues cuanto antes se estudie, antes mejorarás. Podemos decir entonces que la combinación de hábitos bien escogidos y tratamiento profesional es, con diferencia, lo que mejor funciona.
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2215-34112020000100047
https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1131-57682002000100005
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48162019000400473
https://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/bad-breath/symptoms-causes/syc-20350922
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