Consejos para una boca sana
16 mar 2011
El cardiólogo español Dr. Valentí Fuster estuvo presente en la mesa oficial que clausuró la XLIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración (SEPA) el pasado mes de mayo de 2010. Recogemos su intervención.
El Dr. Valentí Fuster se dirigió a la audiencia de la XLIV Reunión Anual de la Sociedad Española de Periodoncia y Osteointegración el pasado 22 de mayo para explicar los muchos puntos en común que hay entre la enfermedad cardiovascular y las enfermedades periodontales, sobre todo en lo que respecta a los hábitos de vida que las promueven.
Hipertensión arterial, obesidad, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, sedentarismo o tabaquismo están perfectamente identificados como factores de riesgo cardiovascular de primer orden, pero son también responsables de gran parte de las enfermedades periodontales. “La principal consecuencia positiva que se debe extraer de esta realidad es que si abordamos precoz y correctamente estos factores de riesgo, no sólo prevendremos enfermedades cardiovasculares o incluso trastornos mentales (como la demencia), sino que estaremos contribuyendo a reducir las enfermedades periodontales”, afirmó.
Y es que para el Director General del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y Director del Instituto Cardiovascular del Centro Médico Mount Sinai de Nueva York, la relación entre enfermedad cardiovascular y periodontal no es casual. Por un lado, apuntó que “existen evidencias científicas que asocian ambas enfermedades y que muestran la coincidencia de los factores de riesgo que están detrás de estas patologías”. Pero, y lo que es más importante, hay razones sociales y de conducta que aún tienen una trascendencia mayor, justificando la existencia de un nexo común.
Como explicó el cardiólogo catalán: “Una persona que no es capaz de cuidar sus encías dudo que se responsabilice de cuidar otros hábitos de vida y de seguir unos mínimos consejos saludables, y viceversa; por ello –insiste este experto–, debemos hacer una apuesta por promover la salud oral, ya que esto incentivará la modificación de factores de riesgo comunes a otras enfermedades”.
En esta misma línea, el Dr. Carlos Mendieta, Presidente Organizador del Congreso, puso un ejemplo clarificador: “Si cualquier persona con una infección de unos 20 centímetros en el brazo o en la pierna acudiría al médico para tratar de evitar consecuencias nefastas para su salud, no cabe entender que una persona con una periodontitis, que de forma proporcional (y guardando las diferencias) puede tener una infección de similar impacto para el organismo, no se preocupe y no vaya al especialista”.
Infección periodontal y enfermedad cardiovascular
Existen cada vez pruebas más sólidas sobre la estrecha y directa vinculación entre la existencia de una infección local en las encías, el desarrollo de inflamación sistémica y la aparición de enfermedad coronaria. En cualquier caso, como ha reconocido el Dr. Valentí Fuster, “aunque sabemos con seguridad que las infecciones orales tienen una cierta repercusión cardiovascular, aún desconocemos la cuantía e intensidad de esta asociación”. Lo que sí está claro, a su juicio, es que “modificar factores de riesgo cardíacos modifica también los factores de riesgo para sufrir una periodontitis [o infección de las encías]”.
La mayor parte de las enfermedades periodontales están causadas por bacterias, dando lugar a infecciones bucales. En la actualidad, se sabe que una de las consecuencias de esta infección a nivel local puede ser el inicio o desarrollo de una inflamación sistémica, que puede acarrear distintas implicaciones para la salud del paciente (dependiendo del aparato del organismo sobre el que actúe). Cuando la inflamación sistémica repercute en el aparato circulatorio y cardiovascular, el impacto sobre la morbimortalidad del paciente puede ser especialmente elevado.
Las periodontitis pueden inducir inflamación sistémica por medio de un mecanismo de activación a distancia de procesos que pueden terminar provocando trastornos tales como la aterosclerosis, que es la principal causa de muerte en todo el mundo. A diferencia de lo que se aceptaba hasta hace pocos años, el mecanismo por el cual estas infecciones periodontales pueden extenderse a otras zonas del cuerpo no está relacionado con el posible traslado de estos patógenos por el torrente circulatorio.
Distintos estudios, muchos de ellos realizados por el Dr. Francesco d’Aiuto en el Instituto Eastman de Londres (ponente en este congreso), han mostrado que el tratamiento de la periodontitis puede reducir los niveles de proteína C-reactiva (CRP) al rango considerado de bajo riesgo cardiovascular, es decir, que una persona con periodontitis y niveles de CRP en el rango de alto riesgo cardiovascular puede no sólo beneficiarse del tratamiento de las encías en relación con su salud periodontal, sino que también puede pasar a reducir su riesgo cardiovascular.
Ya en datos aportados por el propio Dr. Valentí Fuster, se ha certificado que la utilización de un terapia periodontal intensiva, para hacer frente a una enfermedad grave de las encías, “tiene efectos vasodilatadores, modificando positivamente el trastorno endotelial característico de los procesos periodontales más severos”. Muy sugerentes, como él mismo los ha calificado, son los estudios que muestran cómo la administración de fármacos hipolipemiantes (estatinas) reduce la inflamación de las encías y mejora la enfermedad periodontal.
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