Actualidad para profesionales de la odontología
07 mayo 2014
El mecanismo de acción del tabaco y sus componentes se da tanto a nivel local como a nivel sistémico. A nivel local, la boca es la puerta de entrada del humo del tabaco, y, por lo tanto, éste es un irritante directo de las mucosas orales. Además, la nicotina tiene efectos directos sobre las encías. A nivel sistémico, el tabaco altera los mecanismos innatos y adaptados de defensa, además de interferir en múltiples procesos celulares.
El consumo de tabaco se relaciona con una larga lista de enfermedades y alteraciones sistémicas, y entre ellas diversas que afectan a la salud oral. Un claro ejemplo de esas alteraciones es el retraso en la cicatrización de heridas de la boca, ya sean producidas de forma accidental o en caso de cirugía periodontal y extracciones dentarias2. Además, fumar puede producir mal aliento, por el olor en sí del tabaco y por variaciones de la microbiota bacteriana de la boca3.
De todas formas, las principales enfermedades orales asociadas al consumo de tabaco y que desarrollaremos en este artículo son la enfermedad periodontal y el cáncer oral.
Tabaco y enfermedad periodontal
El tabaco es el principal factor de riesgo ambiental y el segundo factor modificable más importante, después del control de placa, para el desarrollo de enfermedad periodontal4. Uno de los mecanismos por los que el tabaco favorece su desarrollo parece ser la reducción y alteración de las defensas inmunológicas frente a los patógenos periodontales. Los fumadores suelen presentar un incremento de los monocitos en sangre periférica con alteraciones en su funcionalidad. Una actividad fagocítica alterada puede conllevar un déficit en la eliminación de los patógenos de la cavidad oral.
Asimismo, los linfocitos B y T expuestos al tabaco presentan una reducción en su capacidad de proliferación y de producción de inmunoglobulinas protectoras frente a los patógenos orales5.
La característica típica de la enfermedad periodontal asociada al tabaco es la destrucción de los tejidos de soporte de los dientes, con los signos derivados de la pérdida de hueso, formación de bolsas periodontales y, ocasionalmente, pérdida dental.
El tabaco aumenta de 5 a 20 veces, según la definición de enfermedad, el riesgo de padecer una enfermedad periodontal en comparación con la población no fumadora6. Este incremento depende del tiempo de exposición al. La causa puede estar relacionada tanto con cambios en la microbiota bucal como por fenómenos vasculares e inflamatorios. Por otra parte, la nicotina y el monóxido de carbono del humo del tabaco influyen de forma negativa en la curación de las heridas6.
Los fumadores tienen un aumento de la prevalencia de las enfermedades periodontales. También tienen una mayor prevalencia de pérdida de dientes7.
La mayoría de los estudios también recogen que los fumadores con periodontitis responden menos favorablemente a los tratamientos periodontales, tanto no quirúrgicos como quirúrgicos, y se desaconsejan cirugías de tipo regenerativo y mucogingival.
Los estudios realizados a largo plazo han demostrado que los fumadores tienen una mayor probabilidad de presentar recidivas de enfermedad periodontal durante los periodos de mantenimiento periodontal, siendo los fumadores de más de 10 cigarrillos al día los que tienen una peor progresión de la enfermedad8.
Incluso se ha visto en algunos estudios que los fumadores pasivos pueden tener mayor afectación periodontal, aunque esto resulta más difícil de determinar.
Además, los fumadores tienen más riesgo de sufrir complicaciones con los implantes dentales, tanto a corto como a largo plazo.
Tabaco y cáncer oral
El tabaco en sus diferentes formas y usos es, junto con la ingestión de alcohol y ciertas deficiencias nutricionales de algunos micronutrientes, la principal causa de cáncer oral.
El tabaco contiene alrededor de más de 60 productos de combustión carcinogénicos con capacidad para unirse al ADN y alterarlo. Además, éste aumenta el estrés oxidativo de los tejidos y, por lo tanto, la liberación de especies de radicales libres que dañan las proteínas, lípidos, carbohidratos y el mismo ADN.
Los estudios han demostrado que el riesgo de padecer cáncer oral en fumadores supera de tres a cinco veces a los no fumadores, que el efecto es dosis-dependiente y que esto se multiplica de forma dramática junto con la ingestión de alcohol9.
Las lesiones que podemos encontrar en la boca, y que tienen mayor riesgo de malignizarse, son las leucoplasias, descritas como placas blanquecinas que no pueden desprenderse por raspado, forman parte del epitelio y están en crecimiento. Se atribuyen principalmente al tabaco y son precursoras de cáncer oral en un 10% de los casos, aproximadamente.
Conclusión
En definitiva, hay que pensar que la boca es especialmente susceptible al tabaco y que el riesgo de padecer enfermedades tan limitantes como la periodontitis, o incluso mortales como el cáncer oral, se multiplica muchísimo en fumadores. Así, el papel del profesional sanitario es clave a la hora de motivar a los fumadores para reducir o abandonar definitivamente el tabaco.
Dr. Xavier Calvo,
Periodoncista y Medical Advisor de DENTAID
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