Desde la introducción de los implantes dentales y su uso generalizado a partir de los años 80 y 90, mucho se ha hablado de las patologías que pueden comprometer su supervivencia en la boca y por consiguiente de las prótesis que soportan.
La más grave sin duda, es la periimplantitis, ya que supone una pérdida progresiva del hueso que soporta el implante. Esto suele estar precedido por una inflamación de la mucosa que rodea al implante y la causa suele ser el acúmulo bacteriano alrededor de los elementos protésicos que emergen de la mucosa. La internalización de esas bacterias en la mucosa y la respuesta inflamatoria a las mismas darán como resultado la pérdida irreversible del tejido óseo que rodea al implante.
Se estima que la periimplantitis puede llegar a afectar a una de cada 3 o 4 personas que llevan implantes. Así mismo, puede afectar a uno de cada 4 o 5 implantes colocados en boca. Cifras realmente preocupantes.
La aparición de periimplantitis puede variar entre unas personas y otras pero se estima que puede empezar hacia los dos y tres años después de que un implante se encuentra funcionando (Derks y col. 2016). Esto puede hacerse más evidente a partir de los cinco años y según los criterios utilizados para diagnosticarla.
Así mismo, se han descrito múltiples factores de riesgo para el desarrollo de perimplantitis. Los más relevantes serían factores relacionados con el huésped como la predisposición genética o la presencia de enfermedades sistémicas o locales como la periodontitis, factores relacionados con el ambiente como el tipo de bacterias que residen en la boca o microbioma, factores relacionados con el estilo de vida como la higiene bucal diaria, el tabaco, la dieta o el estrés, factores relacionados con el tipo de implante y el tipo de prótesis, y factores relacionados con los tejidos duros y blando que rodean al implante.
En el siguiente post trataremos sobre el tratamiento y la prevención de la periimplantitis.
Dr. Xavier Calvo