Actualidad para profesionales de la odontología
05 sep 2014
¿Cómo se puede encontrar el sentido de la vida?
Se encuentra si uno busca momentos de silencio, de pausa, de reflexión. Pero no los tenemos porque vamos por la vida como pollos sin cabeza. Y eso hace que muchas veces perdamos de vista lo que de verdad es importante. La vida te puede dar golpes durísimos. Y entonces te das cuenta de lo que vale la pena y de lo que no, de lo que es prioritario y de lo que es secundario. Hasta entonces muchos vamos a toda pastilla a ningún lado. Para mí es importante buscar esos momentos para pensar, reflexionar, parar y reparar, saber lo que estoy haciendo y lo que debería hacer, lo que va menos bien y cómo afrontarlo, la persona que soy y la que debería ser. Pero para eso, como es lógico, necesitamos tiempo. Hay una frase de Tolstoi que me gusta mucho. Este escritor decía que «existen muchos tipos de conocimiento, pero hay uno que es mucho más importante que los demás: el conocimiento de cómo hay que vivir. Y ese conocimiento, muchas veces, se menosprecia». Y es una frase que me encanta porque me la creo. Mientras vivimos, lo más importante es aprender a vivir bien. Es aprender a darle sentido a la vida.
¿Cuál es su receta para que cada persona exprese su potencial al máximo?
No tengo recetas, ¡qué más quisiera! Pero después de leer a muchos expertos he sintetizado sus ideas en una: tenemos que hacer de nuestra vida una obra de arte, eligiendo en cada instante la actitud más fantástica que podamos y con las circunstancias que nos tocan. En cada instante de nuestra vida. Vivida así, la vida es apasionante, brutal.
Elegir nuestra actitud es la gran libertad y la responsabilidad que tenemos los seres humanos. Ello implica esforzarte para ser la mejor persona que puedas llegar a ser y ayudar a los demás. Pero no sólo económicamente, también con tiempo. Porque hay demasiadas personas que viven bajo el umbral de la pobreza en términos de cariño, afecto, amabilidad o respeto. La vida no es fácil, pero es simple, aunque nos encanta complicárnosla o que nos la compliquen. Y la felicidad está en ser, no en tener. Se trata de luchar cada día para ser la mejor persona que puedes llegar a ser. Pero la sociedad valora mucho el tener, los medios de comunicación nos conducen a un consumismo sin freno y nos hemos vuelto indiferentes al sufrimiento de los demás. Felicitamos a las personas por su coche, su reloj o su casa, cuando, en realidad, deberíamos elogiar y admirar la amabilidad, la bondad, la alegría y otras virtudes que son las verdaderamente importantes.
En sus conferencias suele citar a grandes escritores. ¿Qué lecturas recomendaría para estos tiempos que corren y por qué?
Yo suelo recomendar autores espirituales porque es la dimensión humana que más necesitamos y a la que menos tiempo dedicamos. Últimamente estoy leyendo obras de la Madre Teresa de Calcuta, el Papa Francisco, Stephen Covey, Sor Lucía Caram, Tolstoi, Francesc Torralba, Jacques Philippe o Albert Camus.
El profesional bucodental es un profesional al que le gusta su profesión. ¿Qué puede decirle para que trabaje todavía mejor o le dé más sentido a su profesión?
Para que trabaje todavía mejor le diría que no deje de aprender, de estudiar, de formarse. Actualmente, el acceso al conocimiento es rápido, sencillo y gratis. Se puede leer un libro o ver una conferencia por Internet. Para mejorar profesionalmente uno tiene que tener su propio «consejo de asesores». Y, si lo piensas, hoy en día puedes tener estos asesores a tu disposición. Puedes dejarte aconsejar por Aristóteles, el Dalai Lama, Bill Gates o el Cholo Simeone si quieres. Sus conocimientos y pensamientos están accesibles para cualquiera. Como decía alguien, las personas de éxito tienen grandes bibliotecas, y el resto, grandes televisores. Para que el profesional bucodental le dé más sentido a su profesión le diría que enfoque su trabajo como una manera de ayudar a los demás.
¿Qué estrategias pueden adoptar las clínicas dentales para afrontar la gran competencia que existe actualmente?
Sólo puedo decir que las clínicas dentales deben concentrarse en un gran objetivo: enamorar al paciente. Es mucho más probable que un paciente «enamorado» vuelva a la clínica, que la recomiende, que sea más comprensivo con los errores que el profesional puede cometer y que sea menos sensible al precio y a las tentaciones de la competencia. Hay que tener en cuenta que, cuando el paciente sale de la clínica, puede pensar tres cosas: «Vaya desastre de sitio»; «Correcto, bien», u «¡Olé, olé y olé!». Por desgracia, la mayoría de los pacientes se quedan con la segunda valoración. Pero, en la clínica, la obsesión debería ser lograr que el paciente salga diciendo esas tres palabras mágicas: «¡Olé, olé y olé!». Creo que los profesionales tienen que plantearse: «¿Qué estamos haciendo y qué podemos hacer?». Ése es el objetivo, enamorar al paciente, y todos los esfuerzos deben centrarse en lograrlo, tanto a nivel de producto como de proceso, imagen o precio. Pero cuidando especialmente el factor humano. Las personas, su manera de ser y de tratar al paciente, son el secreto para que un paciente se enamore.
¿Qué valores destacaría como más importantes a la hora de gestionar una clínica dental?
Valoro por encima de todo la bondad. Es la virtud que más admiro en una persona. Pero ¿por qué hay que destacar sólo una? Cuantas más mejor, ¿no? Hay que esforzarse para lograr tener el mayor número de virtudes y valores, ¿por qué limitarlos? Honradez, profesionalidad, espíritu de servicio, ética, esfuerzo, amabilidad, generosidad, sentido del humor, etc. Todos son necesarios… Así que aspiremos al máximo.
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