Actualidad para profesionales de la odontología
25 sep 2017
María Peñarrocha Diago. Profesora titular de Cirugía Bucal. Máster de Cirugía Bucal e Implantología, Universitat de València, Valencia. Amparo Aloy Prósper. Profesora asociada de Cirugía Bucal. Máster de Cirugía Bucal e Implantología, Universitat de València, Valencia. Hilario Pellicer Chóver. Profesor colaborador del Máster de Cirugía Bucal e Implantología, Universitat de València, Valencia. David Soto. Odontólogo. Alumno del Máster de Cirugía Bucal e Implantología, Universitat de València, Valencia. David Peñarrocha Oltra. Profesor Ayudante. Doctor de Cirugía Bucal. Máster de Cirugía Bucal e Implantología,Universitat de València, Valencia.
Con el aumento de los implantes dentales, algunas patologías como la mucositis y la periimplantitis han incrementado su impacto en la población. Ambas son enfermedades inflamatorias que se desencadenan por una alteración del equilibrio entre la carga bacteriana y la defensa de los tejidos periimplantarios(2,3).
La colonización bacteriana tiene un papel relevante en la etiopatogenia de esta enfermedad y por este motivo el tratamiento irá encaminado a disminuir o eliminar los microorganismos patógenos y procurar a los pacientes un fácil mantenimiento a largo plazo(4).
Existen diversos factores que indican la aparición de la enfermedad periimplantaria. El primer cuadro clínico que se instaura es la mucositis. Algunos de los síntomas más destacados son el enrojecimiento de las encías, el sangrado al sondaje y, en los casos más avanzados, la presencia de pus(5).
Concretamente, el sondaje es la herramienta más útil que existe hoy en día para valorar la inflamación, la cual se manifiesta con el sangrado. Pese a que no es un método perfecto, puesto que tiene muchos falsos positivos, es a día de hoy la mejor herramienta de la que se dispone. Si no se produce sangrado, se puede afirmar que hay estabilidad en los tejidos periimplantarios(6,7).
Cuando la mucositis no se trata evoluciona hacia la periimplantitis, en la que además de sangrado existe una pérdida del hueso marginal. La radiografía periapical es, por tanto, el método que se debe utilizar para determinar el nivel de pérdida ósea. En este caso, la detección se realiza observando posibles pérdidas de masa ósea en el hueso crestal (figura 1).
Es necesario tener en cuenta que las pérdidas anuales menores de 1 mm pueden estar causadas por una remodelación fisiológica y no tienen por qué obedecer a un proceso infeccioso. La radiografía periapical resulta también útil para detectar desajustes en la unión implante-prótesis, posible factor causal de la periimplantitis en muchos casos.
En cuanto a la prevalencia, después de 10 años el 80% de los pacientes con implantes sufre mucositis, y un 20%, periimplantitis. Además, estos casos parecen agruparse entorno a grupos de personas con ciertos hábitos o circunstancias.
Por ejemplo, se ha detectado que la periimplantitis es más frecuente en fumadores o en personas que hayan padecido periodontitis anteriormente o presenten dientes remanentes con patología periodontal. No se deben realizar implantes hasta que la periodontitis haya sido totalmente controlada. Además, es imprescindible recordar que la extracción de un diente con periodontitis no elimina completamente los agentes patógenos, por lo que estos agentes podrían colonizar con rapidez los implantes vírgenes.
Además, existen factores de riesgo local que pueden desencadenar la enfermedad. Un factor relevante es la higiene bucal, pues ya se ha mencionado la colonización bacteriana como un factor etiológico de la periodontitis. Por ello, es imprescindible que se explique al paciente la importancia de realizar una buena higiene dental. A este respecto, es necesario un diseño de la estructura protésica que facilite al paciente un buen mantenimiento de la higiene bucal (evitar un sobrecontorneado de las prótesis, así como faldones vestibulares en prótesis híbridas o pónticos situados a una distancia inferior a 3 mm de la cresta ósea)(8).
También se ha visto que los pacientes con implantes de superficie rugosa están más expuestos a la enfermedad por la acumulación de biofilm y placa bacteriana(9). Pese a esto, los implantes de superficie rugosa se siguen utilizando porque favorecen la osteointegración provocada por la adhesión de los osteoblatos.
Asimismo, es necesario cuidar la creación de bolsas periimplantarias excesivamente profundas por colocar el implante demasiado apical, ya que estas bolsas pueden almacenar bacterias. Por otra parte, el espacio entre el implante y la prótesis crea un ambiente ideal para la colonización microbiana, así que es importante tener en cuenta el tipo de conexión entre el implante y la prótesis(10,11).
En primer lugar, hay que diagnosticar y corregir los factores inductores (diseño protésico incorrecto, faldones vestibulares, puntos de contactos deficientes, troneras, sobrecarga oclusal, prematuridades, cantilevers o ausencia de ajuste pasivo).
En el caso de la mucositis, el tratamiento precoz es imprescindible para revertir la situación. El tratamiento de la mucositis consiste básicamente en eliminar la placa bacteriana e instruir al paciente en una adecuada higiene bucal. Puede ser necesario retirar la prótesis implantosoportada para higienizarla de forma correcta.
En cuanto al tratamiento de la periimplantitis, en primer lugar es conveniente realizar un tratamiento no quirúrgico con el objetivo de reducir la inflamación y crear un ambiente más favorable para el tratamiento quirúrgico posterior. Este tratamiento no quirúrgico consiste en la eliminación del biofilm mediante una limpieza mecánica con el uso de curetas y/o de sistemas pulidores de aire abrasivo, y una descontaminación química de la superficie del implante mediante la aplicación de antisépticos (clorhexidina al 0,12% + CPC al 0,05%, peróxido de hidrógeno al 3% o povidona yodada) y/o la aplicación de antibióticos locales. El tratamiento quirúrgico posterior a realizar dependerá de la morfología del defecto óseo: tipo de defecto horizontal o vertical; de 1, 2 o 3 paredes; defectos circunferenciales, o combinación de los anteriores. La implantoplastia (eliminación de las espiras del implante) se puede hacer sin o con técnicas de regeneración ósea (figuras 1-8).
Cualquier tipo de tratamiento necesita ir acompañado de una implicación del paciente en mantener una buena higiene bucal o, de lo contrario, es muy complicado obtener resultados.
En la actualidad, en la Universitat de València se ha puesto en marcha la Unidad de Mantenimiento de Implantes en Cirugía Bucal, dirigida por los profesores Peñarrocha. En esta unidad, mediante un proceso educativo se promueve la prevención y se explica y responsabiliza a los pacientes de la defensa de la salud bucal e implantológica. Cuando la enfermedad periimplantaria se encuentra en fases más avanzadas, se establecen programas de tratamiento diseñados acorde con las necesidades específicas de cada paciente y utilizando las últimas tecnologías avaladas científicamente.
Consulta las referencias bibliográficas de este artículo en: www.dentaidexpertise.com
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