Actualidad para profesionales de la odontología
17 oct 2022
En general, adoptar unos hábitos de vida saludables termina por incidir de forma muy positiva en la salud de las encías; de la misma forma, un cuidado periodontal óptimo también colabora en la consecución de una mayor salud general. En este círculo virtuoso la alimentación es clave.
Existe una relación bidireccional entre lo que se come y la salud bucal. Y es que no solo la dieta y la nutrición afectan a la salud de los tejidos de la boca, sino que también el propio estado de salud de la boca puede interferir en el consumo de nutrientes.
El problema de la inflamación
Una mala alimentación puede causar, entre otros trastornos, un considerable aumento de la inflamación en el organismo, un evento que está en el origen de muchas enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y también la periodontitis.
Y es que la inflamación es una de las principales amenazas de la salud bucodental; por eso, ante todo, hay que evitar aquellos alimentos que sean proinflamatorios, como los azúcares refinados. Las personas que toman muchos azúcares añadidos en su dieta (incluyendo bebidas azucaradas) tienen una mayor predisposición a desarrollar caries, mientras que aquellas que siguen una dieta baja en carbohidratos tienen menos riesgo de sufrir esta enfermedad.
Azúcar, hidratos de carbono y grasas
Dado el carácter multifactorial de las enfermedades periodontales, resulta más complejo discernir el impacto específico que tiene la alimentación en su aparición. Una dieta rica en azúcares refinados o grasas saturadas provocará una elevación en la circulación general, de una gran cantidad de productos de la inflamación y de radicales de oxígeno. Todo esto de lugar a una situación de estrés oxidativo, impactando de manera negativa en la respuesta inflamatoria a nivel general, pero también en la respuesta local en los tejidos periodontales.
En los últimos 5 años, se han realizado más estudios controlados que confirman que si se incrementa la ingesta de azúcares refinados aumenta el sangrado gingival.
Estudios clásicos han comprobado como la combinación de un déficit de higiene bucodental y una dieta rica en hidratos de carbono refinados se asocia con la aparición de gingivitis, siendo mucho mayor la carga inflamatoria cuanto más se aumenta la ingesta de hidratos de carbono. También se ha demostrado cómo personas que dejan durante 4 semanas de cepillarse los dientes y se someten a una dieta típica de los hombres primitivos (“paleodieta”, sin azúcares refinados ni lácteos y poca carne, pero con gran variedad de verduras, frutas y fibra) experimentan un incremento de los niveles de placa bacteriana, pero, curiosamente, los índices de sangrado se redujeron del 31% inicial a un 13%. Esto confirmaría la importancia de la relación entre el consumo de hidratos de carbono y la inflamación de la encía.
Las enfermedades periodontales parecen beneficiarse de una restricción o reducción de carbohidratos procesados, de alto índice glucémico (tal y como sucede con la caries). Por el contrario, los carbohidratos complejos que acompañan a las fibras (como frutas, verduras, legumbres, nueces y semillas/bayas), y que contienen cantidades considerables de micronutrientes y antioxidantes, se asocian con un efecto positivo en la salud periodontal.
Respecto a grasas saturadas o trans, estudios en animales sugieren su estrecha relación con inflamación periodontal e, incluso, recientes estudios longitudinales llevados a cabo en Japón vinculan una dieta rica en grasas saturadas con una mayor progresión a sufrir periodontitis a largo plazo.
Por lo tanto, se considera que los pacientes periodontales se pueden beneficiar de una mayor ingesta de ácidos grasos omega-3 y una menor ingesta de grasas saturadas no saludables, grasas trans y ácidos grasos tipo omega-6. Además, la falta de micronutrientes (especialmente vitamina B12, C, D, A, E, calcio y magnesio) pueden tener un impacto negativo en la salud periodontal.
Dieta sana y mejoría de la salud periodontal
De la misma forma que una dieta proinflamatoria puede influir negativamente en la salud de las encías, también se ha demostrado que, si mejoramos la dieta, reduciendo la ingesta de hidratos de carbono refinados y de grasas saturadas, podría optimizarse la respuesta del sistema inmune frente al biofilm bacteriano y mejorar la salud gingival.
En estos últimos años, se están llevando a cabo numerosos estudios con pacientes que mantienen una dieta rica en hidratos de carbono, con obesidad, con síndrome metabólico y con inflamación gingival. A estos pacientes, se les modifica la dieta, restringiéndoles la ingesta de azúcares y de grasas saturadas, y se ha observado que, incluso sin cambios en la técnica de cepillado del paciente (con unos índices de placa similares al inicio del estudio), se produce una reducción en el índice de sangrado y en la profundidad de sondaje, así como disminución también de las citoquinas proinflamatorias del surco gingival.
Un importante estudio controlado y aleatorizado realizado en la Universidad de Friburgo en Alemania, por Woelber y colaboradores en 2019, evaluó a pacientes que presentaban gingivitis previa y una dieta basada principalmente en hidratos de carbono (más del 45% del total de la dieta). No modificaron a ningún paciente su técnica de cepillado dental, pero sí les instaron a suspender el cepillado interdental (seda o cepillos interdentales). Unos pacientes continuaron con su dieta rica en hidratos de carbono mientras que el otro (grupo experimental) fue sometido a una dieta especial diseñada por los investigadores. La denominada “dieta optimizada” consistía, por un lado, en la reducción de los hidratos de carbono a menos de 130 gramos al día, restricción también de las grasas trans y se añadieron a la dieta diaria otras sustancias: ácidos grasos omega 3 (pescado azul), una fuente de vitamina C (dos kiwis, una naranja, un pimiento, etc.), una fuente de vitamina D (15 minutos de sol sin protección o un suplemento de 500 unidades o 300 g de aguacate, etc.), la ingesta de algún antioxidante (un puñado de arándanos o una taza de té verde, etc.) y fibra.
Al final del estudio todos los pacientes tenían índices de placa similares a los del inicio del experimento, ya que todos habían seguido cepillando igual que antes de comenzar el estudio, salvo por la eliminación del cepillado interdental. Sin embargo, el grupo de la “dieta optimizada” presentaba un índice de sangrado mucho menor que al comenzar el estudio, y que se diferenciaba del grupo que había continuado con la dieta rica en hidratos de carbono, y las diferencias eran estadísticamente significativas. Esta reducción en la inflamación gingival no estaba asociada a cambios microbiológicos (tanto la cantidad como la calidad de las bacterias era similar a la situación al principio del estudio); además, el grupo experimental mejoró sus niveles sanguíneos de vitamina D y redujo su peso de manera estadísticamente significativa en relación con el grupo control.
Lo que no han podido explicar todavía es si estas reducciones en la inflamación gingival se deben solo a la reducción de alimentos proinflamatorios en su dieta (azúcares refinados y grasas saturadas y trans) o al enriquecimiento de la dieta con alimentos ‘antiinflamatorios’ (como los ricos en antioxidantes y ácidos grasos omega 3). Otra posibilidad es que esta mejora se deba a la suma de ambas actitudes, es decir, a la reducción de alimentos proinflamatorios y la incorporación de más alimentos considerados como antiinflamatorios.
El ejemplo del pescado azul…y la dieta mediterránea
Actualmente se sabe que dietas ricas en alimentos con efectos antiinflamatorios (como los arándanos, té verde, salmón, coliflor o brócoli entre otros), tienen un impacto positivo sobre el periodonto.
Estudios recientes indican que los ácidos grasos omega 3 están asociados con una menor incidencia de periodontitis y con mejores resultados tras el tratamiento periodontal. Sin embargo, parece ser que es mayor el efecto positivo en la salud gingival si se ingieren dichos ácidos grasos omega 3 mediante una alimentación rica en pescado azul o frutos secos que mediante suplementos alimenticios.
Y, como no, se ha demostrado que seguir una dieta mediterránea tiene muchos beneficios positivos para la salud bucal. Esta dieta se caracteriza por un consumo frecuente de verduras y frutas variadas, cereales, pescados y mariscos, uso de aceite de oliva como principal grasa de condimento, consumo moderado de alcohol y consumo relativamente bajo de carne y productos lácteos. No restringe ningún macro alimento. Además, esta dieta no solo es buena para la salud bucal, sino que también reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, de diabetes u obesidad, de distintos tipos de cáncer, aumenta la capacidad antioxidante del organismo...
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