Actualidad para profesionales de la odontología
24 dic 2014
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), es decir, las que se producen a nivel cardiaco y/o del tejido arteriovenoso, son principalmente la enfermedad coronaria (de los vasos sanguíneos que irrigan el músculo cardiaco –miocardio–) y las enfermedades cerebrovasculares (de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro).
Los fenómenos cardiacos y los accidentes vasculares cerebrales suelen ser fenómenos agudos que se deben sobre todo a obstrucciones que impiden que la sangre fluya hacia el corazón o el cerebro. La causa más frecuente es la formación de depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos, también llamados placas de ateroma y que pueden producir aterosclerosis y trombosis. Existen unos factores de riesgo, entre los que destacan la hipertensión arterial, el tabaquismo, la dislipemia, la diabetes, una dieta inadecuada o la falta de ejercicio físico.
La aterosclerosis comienza con una alteración del endotelio vascular (zona interna de los vasos sanguíneos) y la infiltración de partículas de colesterol LDL en su interior. Con el tiempo se forma una placa de ateroma que sobresale en la luz del vaso sanguíneo, estrechándola progresivamente. Además, esta placa de ateroma es susceptible de desgarrarse y producir la liberación de un trombo que, al continuar por el trayecto arterial, llega a una zona donde su diámetro excede el calibre arterial, y con ello puede provocar el taponamiento y en consecuencia la muerte o infarto del tejido que irrigaba el vaso taponado. Si el proceso ocurre en una arteria que irrigaba una zona noble del organismo, como puede ser el corazón o el cerebro, produce una lesión de gran importancia para la vida del paciente. Tanto en los cambios iniciales de la placa de ateroma como en la rotura intervienen fenómenos inflamatorios, y ahí radica la importancia del control de los factores inflamatorios periodontales.
La enfermedad coronaria y las enfermedades cerebrovasculares son la primera y segunda causa de muerte, respectivamente, de forma global a nivel mundial. La enfermedad coronaria produce 7,25 millones de fallecimientos anuales (un 12,8% de todas las muertes) y la enfermedad cerebrovascular es responsable de 6,15 millones de muertes anuales (un 10,8%). Si se analizan las causas de mortalidad por grupos de edad, las ECV son la principal causa de muerte en el grupo de mayores de 60 años, tanto en varones como en mujeres. Se calcula que en 2030 morirán cerca de 23,6 millones de personas por ECV, sobre todo por cardiopatías y accidentes vasculares cerebrales, y se prevé que sigan siendo la principal causa de muerte. Los factores de riesgo cardiovascular clásicos no parecen explicar la totalidad del riesgo cardiovascular, especialmente en poblaciones como las del área mediterránea.
Distintos estudios epidemiológicos realizados en las dos últimas décadas han demostrado una significativa asociación entre la periodontitis y la aparición de distintos acontecimientos cardiovasculares, como el infarto de miocardio y el ictus. En estudios longitudinales que han evaluado episodios cardiovasculares, se ha observado que hay un exceso de riesgo estadísticamente significativo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica en individuos con periodontitis. Dada la alta prevalencia de periodontitis, incluso con bajo a moderado exceso de riesgo, este hecho es importante desde una perspectiva de salud pública.
Los patógenos bacterianos procedentes del biofilm subgingival y la respuesta inflamatoria que originan estarían directamente implicados en el desarrollo de la lesión aterosclerótica, lo que conlleva un aumento del riesgo de fenómenos cardiovasculares en el paciente. En estudios realizados con modelos experimentales se ha observado que el mecanismo de acción de las infecciones bacterianas sobre el lecho vascular puede ser multifactorial, lo que puede producir daño en el endotelio vascular, activación de la coagulación, respuesta inmune- inflamatoria y que se combine con el resto de factores de riesgo. Se ha encontrado que los marcadores de exposición bacteriana sistémica están significativamente asociados a la enfermedad coronaria.
Hay, por tanto, plausibilidad en relación a que la periodontitis conduce a la entrada de bacterias en el torrente sanguíneo, las bacterias activan la respuesta inflamatoria del huésped por varios mecanismos y la respuesta inmune del huésped favorece la formación de ateromas, la maduración y la exacerbación.
A pesar de esto, no existe ningún estudio que establezca de forma estadísticamente significativa la relación entre el grado de la periodontitis y la enfermedad cerebrovascular. Esto puede ser debido a que los pacientes cardiópatas tienen normalmente asociadas otras condiciones sistémicas que pueden distorsionar el resultado. Sin embargo, es conocido que al hacer un tratamiento periodontal se reducen los niveles sistémicos de los mediadores de la inflamación. Para que esto se llegue a producir es necesario que el tratamiento periodontal sea efectivo (se produzca disminución del tamaño de la bolsa y del sagrado gingival). Así, tras un tratamiento intensivo, a las 24 horas hay un empeoramiento de la función endotelial y de los marcadores de la inflamación, debido a la diseminación que se produce en el momento del tratamiento, lo que se ve interrumpido a partir del segundo día y va mejorando en el tiempo.
La proteína C reactiva (PCR) es una proteína plasmática circulante que aumenta sus niveles en respuesta a la inflamación. La PCR está considerada como un marcador de riesgo de enfermedad cardiovascular y puede contribuir a los procesos vasculares inflamatorios en las arterias coronarias humanas. De hecho, los niveles de PCR séricos están directamente relacionados con la gravedad de la enfermedad periodontal, es decir, cuanto más grave sea la enfermedad periodontal, más elevados serán los valores de PCR séricos. Se ha demostrado que los niveles séricos de PCR e interleucina-6 disminuyen de manera significativa con el tratamiento periodontal.
En estudios de intervención se ha observado una mejoría del estado cardiovascular de los pacientes tras la realización de tratamientos periodontales intensos o mantenidos con tratamientos preventivos en pacientes con periodontitis. Hay moderada evidencia de que el tratamiento periodontal reduce la inflamación sistémica al disminuir los niveles de PCR y mejora las medidas clínicas y de la función endotelial, con un aumento del diámetro de la arteria humeral (arteria del brazo).
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