Actualidad para profesionales de la odontología
02 ene 2018
Isidoro Cortell-Ballester, MD, DDS, MS, PhD. Director del Instituto CIMIV. Unidad de Odontología, Cirugía Bucal e Implantología Bucofacial, Hospital Casa de Salud, Valencia. Socio titular de la Sociedad Española de Cirugía Bucal (SECIB).
Raquel González-Martínez, DDS, MS, PhD. Coordinadora del Instituto CIMIV. Unidad de Odontología, Cirugía Bucal e Implantología Bucofacial, Hospital Casa de Salud, Valencia. Profesora responsable de Periodoncia, Universidad CEU-Cardenal Herrera, Valencia. Socia titular de la Sociedad Española de Cirugía Bucal (SECIB).
La recesión gingival es el proceso por el cual los márgenes gingivales se desplazan apicalmente a la unión amelocementaria, dejando expuesta parte de la superficie radicular(1).
Si bien hay autores que diferencian entre factores predisponentes y factores desencadenantes(1), la etiología de la recesión gingival se puede considerar multifactorial y puede estar provocada por causas tan diferentes como la edad, un traumatismo causado por un incorrecto cepillado, restauraciones protésicas inadecuadas o una malposición de los dientes. En este último caso, un diente vestibularizado en un apiñamiento puede llegar a provocar que la cortical vestibular se reabsorba y que esta reabsorción ósea arrastre consigo la encía, provocando una recesión gingival. Estas malposiciones pueden ser naturales o estar causadas por complicaciones tras un tratamiento ortodóntico, ya que, en ocasiones, para alinear los dientes apiñados el movimiento de los dientes hacia delante desencadena el proceso de reabsorción del hueso vestibular y la consiguiente recesión gingival que acabamos de describir(2).
También puede darse una retracción de las encías por pérdida de tejido causada por la enfermedad periodontal, como consecuencia de los frenillos labiales a nivel de los dientes anteriores (incisivos) o por cambios hormonales durante el embarazo y la menopausia o la pubertad(2,3).
La evidencia científica apunta al cepillado traumático como causa principal de las recesiones en pacientes jóvenes y a la enfermedad periodontal como motivo más destacado en pacientes adultos(3).
En caso de que la recesión gingival esté en una fase avanzada, será necesario plantear el tratamiento a través de procedimientos quirúrgicos para corregir los defectos de la encía y los tejidos blandos que rodean el diente. Los procedimientos más frecuentes de cirugía mucogingival para tratar la retracción de las encías son(4-7):
Colgajos de avance
Para casos de recesiones gingivales leves, los tratamientos más frecuentes son los colgajos de avance, que pueden ser colgajos de reposición coronal, descritos por Zucchelli y de Sanctis(4), colgajos de reposición lateral o la técnica de sobre descrita por Raetzke(7) entre otras. Este tipo de tratamientos son los más indicados para retracciones moderadas de la encía, ya que resultan menos traumáticos al no requerir injerto de tejido conectivo. El cirujano practica incisiones liberadoras laterales al defecto –sobrepasando o no la línea mucogingival en función del caso– para separar el colgajo con el que se cubre la zona expuesta. A continuación, se sutura en su nueva posición cubriendo la raíz dentaria.
Injertos gingivales
Los tratamientos con injertos dependerán del tipo de recesión y de las características de ésta.
Desde los inicios de la odontología se han realizado diferentes clasificaciones de las recesiones gingivales(5,6). En 1985, el Dr. Preston D. Miller(6) realizó una clasificación de las recesiones gingivales que, a día de hoy, sigue siendo la más utilizada clínicamente para describir la recesión gingival:
• Clase I: recesión de los tejidos marginales que no alcanza la línea mucogingival.
• Clase II: recesión de los tejidos marginales que se extiende o va más allá de la unión mucogingival sin pérdida de hueso o tejidos blandos en el área interdental.
• Clase III: recesión de los tejidos marginales que se extiende más allá de la unión mucogingival con pérdida de la inserción periodontal en el área interdental o mala posición dentaria.
• Clase IV: recesión de los tejidos marginales que se extiende más allá de la unión mucogingival. Presenta pérdida severa de hueso o tejido blando en el área interdental y/o grave malposición dentaria.
La toma del injerto se puede realizar del paladar o de la tuberosidad del maxilar y la elección de una localización u otra dependerá de la cantidad de tejido conectivo que necesitemos para realizar el injerto. Si no precisamos mucho tejido, podemos tomarlo de la tuberosidad del maxilar. Cuando la cantidad de tejido que requiramos sea más grande, habrá que recurrir al paladar(4,5,7).
Ambas zonas tienen ventajas e inconvenientes tanto para el paciente como para el odontólogo. Por ejemplo, la ventaja de extraer tejido del paladar es que el acceso a esta zona de la cavidad bucal es más sencillo y que podemos tomar mayor cantidad de tejido, pero tenemos como inconveniente un postoperatorio más molesto para el paciente(4,5,7).
En el caso de la toma de tejido de la tuberosidad maxilar, la cantidad que podemos obtener es menor y se requiere una mayor habilidad del cirujano para acceder a la zona y realizar la obtención del injerto con éxito. Por otra parte, se da la ventaja de que el posoperatorio es menos molesto para el paciente. Otro aspecto a tener en cuenta es la presencia de cordales que pueden dificultar la toma del injerto de esta zona(4,5,7).
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