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01 ago 2014
La cavidad bucal es el órgano que actúa como puerta de entrada al organismo; a través de ella se ingieren los alimentos y se emiten los sonidos. Está compuesta por tejidos blandos (mucosas y lengua) y tejidos duros (dientes y huesos maxilares). Además, se encuentra lubricada constantemente por la saliva que se excreta desde las glándulas salivares mayores y menores.
Las funciones de la cavidad bucal son múltiples ya que, además de participar en el proceso inicial de digestión de los alimentos mediante la masticación, sirve también para la succión, el gusto y la fonética, y determina la expresión facial.
Las enfermedades más frecuentes como la caries y los problemas de las encías (gingivitis y periodontitis) u otras condiciones bucales como la boca seca, la halitosis, etc., pueden afectar a la funcionalidad de la cavidad bucal y, en consecuencia, disminuir la calidad de vida de las personas, perjudicando también su estado de salud general. Por ejemplo, la pérdida de los dientes puede conducir a una peor nutrición por la imposibilidad de ejercer una masticación correcta, a una baja autoestima por la afectación de la expresión facial, etc.
Así, mantener la boca en buenas condiciones es un factor decisivo para disfrutar de una correcta salud bucal y general. Por ello se hace indispensable conocer la anatomía y el desarrollo de los dientes.
Los dientes son estructuras duras que se encuentran alineadas en forma de arco, en el maxilar superior y el maxilar inferior o mandíbula de la cavidad bucal.
Morfológicamente se dividen en tres partes principales:
• Corona: parte visible del diente que está recubierta por el esmalte dental.
• Cuello: zona de unión entre la corona y la raíz.
• Raíz: parte no visible del diente en condiciones de salud periodontal.
Los dientes, a su vez, están formados por varios tejidos:
• Esmalte dental. Es la capa que recubre la corona del diente y que está en contacto con el medio oral. Constituye el tejido más duro y mineralizado del cuerpo humano, ya que está compuesto por cristales pequeños de hidroxiapatita (95%-97%) y fibras proteicas muy resistentes. Es traslúcido y deja ver el color de la dentina.
• Dentina. Se encuentra debajo del esmalte dental, tanto en la zona de la corona como de la raíz. Es la que proporciona color a los dientes y elasticidad al esmalte. Está constituida por cristales de hidroxiapatita (65%-70%) y fibras colágenas, y es atravesada en su totalidad por túbulos dentinales que conectan directamente con la pulpa. Cualquier acción mecánica realizada sobre ella (raspado, pulido, cepillado) que deje la dentina expuesta al exterior podría producir sensibilidad dental.
• Pulpa dental. Es la parte central del diente, y está compuesta por tejido conectivo, gran cantidad de nervios y vasos sanguíneos que nutren el diente y le conceden su sensibilidad.
• Periodonto. Se trata del tejido de soporte del diente (el que fija el diente al hueso), y está compuesto por el cemento radicular, el ligamento periodontal, el hueso alveolar y la encía:
– Cemento radicular: capa opaca y dura que recubre la dentina a nivel de la raíz del diente.
– Ligamento periodontal: tejido formado por fibras que unen el diente al hueso.
– Hueso alveolar: parte de los maxilares que alberga los dientes.
– Encía: tejido blando que se une al diente y recubre exteriormente el hueso alveolar; es la parte del periodonto que resulta visible. En condiciones de salud es de color rosa pálido, no está inflamada y no sangra.
Los dientes no son todos iguales. Se pueden diferenciar cuatro tipos de dientes según su forma y la función que desarrollan:
• Incisivos. Se trata de los dientes delanteros. Son los primeros en erupcionar y los superiores son más grandes que los inferiores. La función de ambos es cortar los alimentos gracias a su borde afilado.
• Caninos. Más conocidos como «colmillos », estos cuatro dientes se encuentran al lado de los incisivos. Su forma de cúspide puntiaguda ayuda a desgarrar la comida.
• Premolares. Son dientes que facilitan la trituración. Poseen dos cúspides puntiagudas y se encuentran entre los caninos y los molares.
• Molares. Constituyen los dientes más grandes. Constan de cúspides anchas y cuatro o cinco prominencias, y pueden llegar a tener entre dos y tres raíces. Son los encargados de moler los alimentos.
Durante el ciclo vital se experimentan dos tipos de denticiones que erupcionan en dos momentos distintos.
Dentición primaria
La dentición primaria es también llamada dentición temporal, decidua o dientes de leche. Está formada por un total de 20 dientes: 10 dispuestos en el maxilar superior y 10 en el maxilar inferior o mandíbula.
Entre ellos se distinguen 8 incisivos, 4 caninos y 8 molares.
Los dientes temporales comienzan a erupcionar a partir de los 6 meses de edad, dependiendo del niño, ya que puede haber casos más tardíos o incluso más precoces, y continúan emergiendo hasta los 2 años y medio aproximadamente. Lo común es que a los 3 años el niño tenga su dentición completa.
Dentición secundaria
La dentición secundaria está compuesta por los dientes permanentes que sustituirán a los temporales que se caen cuando son empujados por esta segunda dentición.
Está formada por un total de 32 dientes: 16 dispuestos en cada uno de los maxilares.
Entre todos se distinguen: 8 incisivos, 4 caninos, 8 premolares y 12 molares.
Los dientes permanentes aparecen desde los 6 años hasta los 12, según variabilidad individual, a excepción de los terceros molares. Estos terceros molares, más conocidos como «muelas del juicio», aparecen entre los 18 y los 25 años de edad, que es cuando se considera que la dentición es completa.
Estas dos denticiones son distintas en número de dientes y características morfológicas. Los dientes primarios o temporales son más pequeños que los permanentes, tanto en la longitud de la corona como en la raíz. Además, el esmalte de los dientes primarios es más blanco en comparación con el color blanco amarillento de los dientes permanentes.
Para mantener los dientes sanos y protegerlos de enfermedades como la caries o los problemas de las encías, es importante llevar a cabo una serie de medidas de higiene bucaldiarias como: cepillarse los dientes después de cada comida; realizar la limpieza interproximal (entre los dientes) mediante el uso de seda o cinta dental, cepillos interproximales o irrigador bucal como mínimo una vez al día; y finalizar la higiene con el uso de un colutorio para mantener los principios activos más tiempo en la boca.
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