Actualidad para los profesionales de farmacia
02 ago 2014
Mal aliento, olor bucal, bromopnea, fetor ex ore, halitosis... hay varias formas de denominar este problema que afecta a un porcentaje importante de la población adulta. A pesar de tratarse de un padecimiento común, muchas personas confían en diferentes recursos para recuperar un aliento fresco, pero sin duda, el profesional odontológico y el farmacéutico se convertirán en los mayores aliados para que el mal olor desaparezca de nuestra boca gracias a la adopción de unos óptimos hábitos bucales y una correcta higiene.
El mal aliento no solo puede ser un indicativo de otras dolencias periodontales, sino que como problema estético puede condicionar a la persona que lo padece a nivel psicológico y social. El ser humano está constantemente relacionado con otros individuos y cualquier alteración de los parámetros estéticos influye en la aceptación por parte de su entorno social.
La necesidad de agradar, el aumento de campañas sobre higiene bucal, la información en puntos especializados (farmacias, consultas médicas), prensa y medios de comunicación diversos, mediante los cuales se promocionan los beneficios de los enjuagues bucales y de otros productos para mejorar el aliento, han conseguido que las personas se preocupen más por este tema, lo que, a su vez, ha llevado a una detección precoz de diferentes enfermedades bucodentales y su prevención. La halitosis representa un problema bastante común que afecta o ha afectado a alrededor del 30% de la población de edad adulta. Siendo el sexo femenino quien demanda más tratamiento, no está demostrada la diferencia de prevalencia entre uno y otro sexo, atribuyendo esta demanda de tratamiento, probablemente, a los hábitos de cuidado personal de las mujeres.
No obstante, la incidencia de la halitosis no se conoce con exactitud, ya que es difícil hacer una valoración autosubjetiva.
El mal aliento, usualmente, puede indicar la presencia de alguna afección anormal o patológica que se debe identificar y corregir. La causa principal de la halitosis está relacionada con la producción de compuestos sulfúricos volátiles (CSV) por parte de microorganismos (generalmente gram negativos) que provocan la putrefacción de los sustratos atrapados en las superficies bucales retentivas como mucosas, dientes, bolsas periodontales y, especialmente la superficie dorsal de la lengua.
El 90% de la halitosis tiene su origen en la cavidad bucal, siendo los dos tercios posteriores de la lengua donde se producen más compuestos volátiles.
La halitosis se clasifica en tres categorías: halitosis verdadera, pseudohalitosis y halitofobia. La halitosis verdadera se subclasifica en halitosis fisiológica y halitosis patológica, y esta, a su vez, según su origen, en bucal y extrabucal.
Datos
- El término halitosis es descrito por primera vez como forma clínica en 1874 por Joseph William Howe en su libro The Breath, and the Diseases Which Give It a Fetid Odor.
- En 1939 Sulser hizo la primera detección de gases con el osmoscopio. A finales de 1980 Tonzetich y Schmidt dieron un gran paso adelante con el uso de la cromatografía de gases. Con la llegada de los detectores fotométricos se avanzó aún más. No obstante, estos métodos de diagnóstico están sujetos a la necesidad de un equipo especial, a personal experto y a un importante coste económico, dejando estas técnicas solo para la investigación y los estudios clínicos.
- Actualmente se trabaja en el desarrollo de las narices electrónicas (e-noses) con aplicaciones más amplias que la detección de la halitosis (diagnóstico de gérmenes patógenos) o que las puramente médicas (enología).
Está caracterizada por un aliento desagradable que sobrepasa los límites socialmente aceptables. Puede ser de tipo fisiológico, en aquellos casos en los que se produce por ayuno a primeras horas de la mañana (debido al poco flujo salival durante el sueño), o también por presencia de restos de comida. Por otro lado, distinguimos también como halitosis verdadera la halitosis patológica cuando sus causas están directamente relacionadas con la presencia de alguna enfermedad. Según se origine la halitosis patológica, puede subclasificarse como halitosis patológica de origen bucal (la más frecuente) y halitosis patológica de origen extrabucal. En la primera, la caries, la enfermedad periodontal, la xerostomía, las infecciones pulpares, la periocoronaritis y las prótesis dañadas, entre muchas otras, pueden ser la causa de la halitosis. En la segunda, cuando el origen es extrabucal, las causas pueden ser varias y provenir de diferentes partes del cuerpo, como el tracto respiratorio (sinusitis, infecciones respiratorias, rinitis atrófica o crónica), uremia, fallo hepático o cetoacidosis en la diabetes. Aunque se creía que la halitosis podía tener también su origen en el estómago, estudios recientes han demostrado que no es así.
En este caso la halitosis es totalmente subjetiva para el paciente pues el mal aliento no existe como tal y solo se cree reconocer la halitosis por una mala interpretación del comportamiento de los demás (taparse la nariz, volver la cara, retirarse o mantenerse a distancia).
Suele producirse en personas tratadas durante tiempo de halitosis genuina a las que les ha quedado el temor obsesivo de volver a padecer este síntoma. En algunos pacientes la fobia es extrema, llegando estos al aislamiento social y laboral, a tomar medidas drásticas como la extracción de todas las piezas dentales o incluso a un desenlace fatal. Algunos especialistas incluyen este tipo de halitosis como un síntoma dentro de un determinado cuadro psiquiátrico (trastorno psicótico, ansiedad, depresión…).
Para el diagnóstico de la halitosis y su tipología, la información que pueda dar el paciente será fundamental. Lo primero es saber si realmente existe un problema de halitosis, siendo el olfato ajeno el primer detector del mal aliento. Posteriormente, un cuestionario sobre sus hábitos de higiene bucal, alimentarios, comienzo, evolución y duración del problema, así como posibles interferencias en su día a día facilitarán el origen y su posterior diagnóstico.
La exploración y toma de muestras del dorso de la lengua con un raspador lingual para detectar si hay cubrimiento y en qué medida, un análisis microbiológico del mismo y un examen bucal para ver si existen caries, extracciones recientes, inflamaciones, supuración, sangrado de las encías o enfermedad periodontal ayudarán a su clasificación. Finalmente, la sonda lingual de sulfuros y las técnicas de cromatografía de gases nos darán los valores de concentración de sulfuros volátiles. Así, el tratamiento de la halitosis fisiológica, el de la patológica de origen bucal y el de la pseudohalitosis corresponderá al odontólogo. El de la halitosis extraoral al médico de familia o un especialista y, finalmente el de la halitofobia será competencia del médico de familia o del psiquiatra o psicólogo.
El tratamiento de la halitosis fisiológica, patológica de origen oral y la pseudohalitosis consistirá en pautas de higiene bucal, con especial atención a la limpieza lingual, técnicas de cepillado y limpieza interproximal. El uso de pasta dentífrica específica y colutorios con formulaciones que combinan Clorhexidina (0,05%), Cloruro de cetilpiridinio (0,05%) y Lactato de zinc (0,14%) han demostrado su eficacia clínica y microbiológica al realizar gargarismos, en el caso de los colutorios, durante un minuto dos veces al día y un periodo de dos semanas.
Y, por supuesto, también debe seguirse el tratamiento específico para corregir su origen patológico (caries, obturaciones, prótesis mal ajustadas, abscesos y demás tratamientos periodontales).
Finalmente, para los pacientes con pseudohalitosis, un plan de educación y una explicación de los resultados clínicos serán una buena opción, lo que también nos ayudará a efectuar el diagnóstico diferencial con la halitofobia.
Para la prevención de la halitosis es fundamental eliminar a diario el biofilm que se forma en la lengua con el raspador lingual (conocido también como limpiador lingual). Otros factores a tener en cuenta son cepillarse los dientes por la mañana, después de cada comida y antes de acostarse, hacer una limpieza interproximal con hilo dental o cepillos interproximales, comer poco pero a menudo para no alargar el ayuno, reducir el consumo de café, tabaco y bebidas alcohólicas, beber abundante agua entre horas y reducir el estrés.
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