Consejos para una boca sana
18 nov 2016
En una sociedad tan avanzada como la nuestra sigue existiendo una terrible epidemia que puede afectar tanto a jóvenes como a mayores, y es la pérdida de los dientes naturales.
Su consecuencia no es sólo la pérdida de un órgano fundamental para nuestro día a día sino que supone en muchos casos una pérdida de calidad de vida considerable.
Del mismo modo existen infinidad de técnicas y métodos para reponerlos, con los implantes dentales como técnica más avanzada y aceptada actualmente, y aunque cumplan muchas de las funciones asociadas a los dientes de forma más que satisfactoria, en términos biológicos no se pueden comparar completamente con un diente natural y las estructuras que lo rodean.
La mayoría de dientes se pierden por dos patologías: caries generalmente en las personas más jóvenes, y periodontitis en las personas más mayores.
También, sabemos que la mayoría de dientes se pierden por dos patologías: caries generalmente en las personas más jóvenes, y periodontitis en las personas más mayores. Tanto una como otra suelen iniciarse en un lugar del diente que muchas veces carece del cuidado necesario, el área interdental.
De esta forma, para muchas personas el cuidado de los dientes supone únicamente el cuidado de las caras externas de los dientes, olvidando un parte tan importante y decisiva como es la parte interior. Y lo es por muchos motivos. Por su anatomía muchas veces cóncava o con surcos o fisuras que hacen que se acumule la placa o biopelícula bacteriana de forma estrepitosa. Por la proximidad que se da en premolares y molares a las furcas, separaciones entre raíces dentales, y que si se ven afectada pueden empeorar el pronóstico de supervivencia. Por la posibilidad de alojarse las biopelículas bacterianas justo debajo del punto de contacto entre dientes. Por la ausencia de un epitelio queratinizado en la base del espacio interdental y que puede predisponer a una mayor inflamación gingival.
En definitiva son muchas las razones por las que debe prestarse atención a esta zona tan complicada de higienizar. Para ello disponemos de elementos físicos que serán de gran ayuda. En primer lugar el temido y odiado hilo dental. Este es imprescindible cuando no hay espacio entre dientes, esto es la encía ocupa todo el espacio interdental, y para higienizar justo por debajo del punto de contacto, evitando así la formación de caries. Si hay espacio entre dientes entonces debemos recurrir a los cepillos interproximales, que tienen distintos tamaños y configuraciones para facilitar el uso y la adaptación al espacio interdental. Por último, los irrigadores bucales también pueden ser de gran ayuda cuando los otros métodos sean difíciles de realizar.
Por lo tanto, no existe una excusa para no realizar este tipo de higiene, ya sea antes o después del cepillado, y los frutos de su riguroso cumplimiento serán la más que probable conservación de un órgano tan fundamental para una vida saludable como es el diente y las estructuras que lo rodean.
Dr. Xavier Calvo
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