Actualidad para profesionales de la odontología
23 ene 2016
Estudios recientes indican que tanto la mucositis periimplantaria como la periimplantitis son entidades clínicas muy comunes cuyas prevalencias aumentan día a día debido al mayor número de pacientes sometidos a tratamientos implantológicos y a un mantenimiento inadecuado de los mismos. Profesionales de la salud bucodental nos explican cómo afrontan en su consulta los casos de enfermedad periimplantaria.
Las enfermedades periimplantarias son las patologías inflamatorias de origen infeccioso que afectan a los tejidos que rodean a un implante. Cuando un paciente acude a nuestra consulta y se detecta esta patología, lo primero que hacemos es una visita de higiene periimplantaria profesional. Ésta consiste en realizar una radiografía de la zona afectada para conocer el tipo de lesión existente.
A continuación, desmontamos y desinfectamos la prótesis y los pilares, valoramos si modificamos el diseño de la prótesis y, si es poco higiénica, lo hacemos. Posteriormente eliminamos mecánica y/o químicamente la placa bacteriana, realizamos irrigación del surco-bolsa con Perio•Aid® y, por último, pasamos al tratamiento periodontal.
Ya sólo nos queda recalcar al paciente la importancia de mantener siempre una buena higiene bucal, sobre todo cuando se llevan implantes. Para garantizarla al máximo le damos instrucciones de cómo usar cepillos interproximales, hilo dental, cinta dental, Perio•Aid® y el irrigador bucal Waterpik®.
El objetivo del tratamiento de la periimplantitis es llevar a cabo la regeneración de los tejidos perdidos en los casos en los que sea necesario. Para conseguirlo, mi labor como higienista dental se dirige a disminuir o eliminar las bacterias presentes y procurar a nuestros pacientes un fácil mantenimiento a largo plazo.
El punto de partida es realizar un correcto diagnóstico. Para lograr resultados óptimos también es importante transmitir al paciente la importancia del tema, reeducándolo y motivándolo si es necesario. La primera fase del tratamiento es desinflamatoria. Para conseguir una excelente profilaxis y pulido se recurre a métodos manuales, mecánicos, curetas plásticas y copas de goma para tratar la zona afectada.
También son importantes los métodos químicos locales como Perio•Aid® Tratamiento, que deberá realizarse durante dos o tres semanas. Pasados unos días se analizará si es necesario tratamiento antibiótico.
En una segunda etapa, el periodoncista valorará el tratamiento quirúrgico resectivo o regenerativo en caso de defectos óseos. Se realizará un tratamiento de los tejidos blandos, que consiste en la eliminación del tejido de granulación y del epitelio interno de las bolsas por tratar. Se trata de un proceso muy importante porque contribuye a la disminución de la inflamación de los tejidos periimplantarios.
También se tratará la superficie del implante, procediendo a detoxificación con la ayuda en muchos casos de clorhexidina, ácido cítrico, láser, etc. Mi labor como higienista adquiere gran importancia, pues colaboro con el paciente en las tareas de higiene para asegurar el éxito del tratamiento a largo plazo.
En la práctica en consulta llevo un protocolo basado en los controles periódicos, revisando todos los aspectos periodontales y generales, junto con la posterior educación sobre las técnicas de higiene dental. Para mí es un factor indispensable dedicar gran parte del tiempo de la visita a la motivación y el refuerzo periódico e individualizado.
En ocasiones tenemos pacientes que presentan una higiene inadecuada, y debemos evitar que caigan en el desánimo y la frustración. En la consulta dispongo de una cámara intraoral con la cual les enseño las zonas donde mejorar la higiene. Así, al cabo de un tiempo, ellos mismos pueden comprobar en el monitor los resultados de cuidarse y realizar una correcta higiene en casa.
Si la enfermedad periimplantaria ya está instaurada, es necesario evaluar su grado de afectación, tratarla y mantener una actitud preventiva para evitar su desarrollo. El principal objetivo es eliminar el biofilm y reducir las bolsas evitando focos bacterianos. Por otro lado, para establecer una pauta de tratamiento concreta y consensuada hay que estudiar la historia clínica y los factores de riesgo del paciente.
A continuación, dividimos el tratamiento en dos fases: una primera no quirúrgica o de desinfección y una segunda de evaluación de la terapia. En la primera fase tomamos una serie de registros (presencia de sangrado y placa, supuración, movilidad, dolor, oclusión) y realizamos radiografías. También controlamos el biofilm (tratando las superficies de los implantes con material específico) y la infección (con láser según los implantes, clorhexidina, peróxido de hidrógeno, etc.).
Asimismo, ofrecemos una explicación clara y personalizada del problema al paciente, informándole de los elementos que pueden ayudarle a controlar la enfermedad: cepillos especiales de implantes, sedas, enhebradores, irrigadores, cepillos interproximales, raspadores linguales… Por su efecto bactericida e inhibidor de la placa bacteriana, le recomendamos una pasta y un colutorio con clorhexidina al 0,12% y cloruro de cetilpiridinio (Perio•Aid® Tratamiento) durante tres semanas.
En la segunda fase del tratamiento, los higienistas buscamos de nuevo la presencia de sangrado y placa, y podemos tomar claramente los registros de sondaje, observando además si el paciente tiene dificultad para acceder a la higiene de las prótesis sobre implantes. Al haberse reducido la inflamación, el periodoncista puede valorar mejor el tipo de afección y decidir si la actitud que seguir es conservadora o quirúrgica: cirugía resectiva o regenerativa para eliminar por completo el biofilm de la superficie del implante y para eliminar o reducir la bolsa, o bien explantación del implante si la pérdida ósea es mayor del 50%.
Asimismo, los higienistas repetimos el tratamiento de la primera fase, mientras que el odontólogo facilita el acceso a la prótesis implantosoportada para su mejor higienización y, en caso de realizar cirugía, recetamos antibióticos. A continuación nuestro trabajo es insistir de nuevo al paciente sobre la importancia de una buena higiene oral para lograr un óptimo resultado.
Y, por último, establecemos la frecuencia de visitas a la consulta, que será de aproximadamente cada tres meses durante el primer año, para, si todo sigue sin problemas, extenderlas a cada cuatro o seis meses.
Ante un caso de periimplantitis lo más importante es realizar un diagnóstico precoz, ya que la pérdida del implante se puede prevenir si se actúa en las fases iniciales de la enfermedad. No siempre que haya sondaje existirá un problema, pues se debe acompañar de otro tipo de signos patológicos, como sangrado, supuración, dolor, etc.
Obtener una radiografía periiapical del momento de la carga protésica es de gran ayuda para comparar los niveles óseos. La enfermedad periimplantaria puede ser de dos tipos:
• Mucositis periimplantaria. Sólo hay afectación de los tejidos blandos y la respuesta acostumbra a ser de fácil solución. El tratamiento consiste en una higiene oral adecuada, el desbridamiento mecánico, el uso de gel de clorhexidina, el tratamiento del factor etiológico (revisión del ajuste de la prótesis, restos de cemento, traumatismos, etc.) y el establecimiento de un protocolo de visitas más frecuentes.
• Periimplantitis. Los pacientes muestran afectación de los tejidos blandos y duros. El objetivo del tratamiento es eliminar las bolsas y desinfectar la superficie del implante. Esta fase siempre es quirúrgica y consiste en la limpieza y el legrado del hueso afectado, la desinfección con agentes antimicrobianos y técnicas de regeneración ósea (injerto y membrana) si el defecto es favorable.
Si esto no es posible, se realiza un tratamiento quirúrgico resectivo y una implantoplastia, que se completa con la prescripción de antibióticos (cobertura para anaerobios). Si el caso es muy desfavorable y el implante presenta movilidad, se procede a su retirada lo antes posible, se lleva a cabo una regeneración ósea y se replantea el caso. Cabe destacar la importancia de la fase de mantenimiento implantológico tanto en una fase pretratamiento como postratamiento.
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